La civilización, según el Maestro Sivananda
Os dejo aquí hoy algunas reflexiones del Maestro Sivananda -extraídas de su libro Senda Divina– acerca de la civilización (ésa en la que estamos inmersos) y sobre las que deberíamos de reflexionar para aplicárnoslas en nuestra vida. Seguro que os son muy útiles:
«¿Qué es la civilización? ¿Eres realmente civilizado? Cuando sufres de tisis o de asma, de septicemia o de malaria, los médicos te recetan diversos tipos de inyecciones. ¿Puedes llamar a eso civilización? Hoy puedes escuchar a alguien cantar desde París, desde Constantinopla o desde una playa de Madrás. Pero ¿es eso civilización? Los gérmenes de la tisis y de la piorrea se propagan por las carreteras, las vías del tren y las tiendas de bebidas. Millones de personas se encierran en casas insanas, formando largas calles. Se desconoce la libertad. La vida depende ahora de muchas cosas. Cuando se va la electricidad, no hay luz en la casa. Tampoco sale agua del grifo cuando más ardientemente la deseas. Hace quince años nunca oíamos hablar de alta tensión sanguínea; ahora el noventa por ciento de la gente padece esta terrible enfermedad.
El panorama de la vida en la ciudad.
El polvo levantado por los coches y camiones en las calles y carreteras penetra en los ojos, nariz, pulmones, tráquea y estómago, y produce diversos tipos de enfermedades de los ojos, pulmones, estómago, etc. Esto se debe a la civilización moderna. El hombre no desea más que dinero. Se muere por el dinero. Ya no desea la religión. Piensa: «No sólo quiero pan, sino pan con mantequilla y mermelada.» Pero para comer ese pan con mantequilla tiene que tragarse el polvo de las carreteras y el humo de las chimeneas de las fábricas, y gastar todos sus ahorros en el tratamiento de la piorrea, la tensión alta, el asma y la tisis. La mayoría de la gente toma el desayuno a las ocho de la mañana e inmediatamente cogen el primer tren para llegar a sus oficinas y despachos antes de las nueve. No hay descanso. El estómago y los intestinos se agitan violentamente, por lo que acaban padeciendo dispepsia y diversos problemas estomacales.
Esto se debe a la civilización moderna. Algunos desarrollan ingeniosos métodos para engañar a los demás. Utilizan el mesmerismo y el hipnotismo para robar a otros y para seducir a las mujeres. La gente inventa todo tipo de platos sabrosos para satisfacer su paladar. Eso es la civilización moderna. Los hoteles se han convertido en centros de juegos mundanos, o de Maia. En ellos hallas todo tipo de comodidades, agua caliente y fría, etc. Hay baile y orquestas tocando durante las comidas, y todo tipo de alimentos para excitar los sentidos al máximo y hacerte olvidar a Dios y la Verdad por completo. Se celebran competiciones de belleza entre hombres y mujeres por votación, presididas siempre por algún hombre rico. Los hombres votan por la mujer más bella, y las mujeres por el hombre más apuesto. A los elegidos se les conceden premios.
La mujer que ha obtenido el primer premio es invitada a comer por los hombres ricos, arruinando su vida miserablemente. Eso es la civilización moderna. Un rico ingeniero exclama: « ¡He tenido a lo largo de mi vida treinta coches!» Un rico doctor dice: «Tengo veinte sirvientes en mi casa.)) Un abogado exclama: «He viajado a Europa y América diez veces.)) Un gran hombre de negocios afirma: «Tengo quinientos chalets en distintos lugares. No puedo comer sin dulces. Me envían frutas desde Bombay y Calcuta.» Un juez de moda dice: «Tengo doscientos vestidos y trescientas camisas.»
Pero nadie dice: «He realizado veinticuatro vueltas del Gayatri Yapa (repetición del Nombre de la Divinidad). He estudiado el Yoga-vassihtha diez veces, el Guita un centenar de veces y el Ramaiana cincuenta veces. He ayunado durante la festividad de Dusserah. Medito doce horas los domingos. Hago Pranaiama tres horas diarias, asanas dos horas, y escribo mi Mantra durante dos horas.» Así es la civilización moderna. Usar gafas a los diez años, llevar reloj de pulsera, comprar un coche pidiendo el dinero prestado, vestir trajes de noche a la última moda con botas y sombrero, llevar el pelo cortado a navaja, fumar cigarrillos americanos o puros de Manila, ahogar la garganta con cuellos duros, comer sentado a la mesa con cucharas, tenedores y cuchillos, caminar a lo largo de la playa junto a la esposa, cogidos de las manos y con el periódico en el bolsillo, llevar el bigote recortado y acicalado, tomar carne y brandy, jugar al bridge, bailar en salas de fiesta, pedir dinero prestado para ir al cine y en definitiva, llevar una vida de excitación… ¡Eso es la civilización moderna!
La moda y la pasión.
La gente se muere por la moda. Los caballeros y las señoras se han vuelto esclavos de la moda. Si hay un ligero error en la hechura de su abrigo o uniforme demandan a sus sastres en los tribunales de Londres y París. Observa las extravagantes modas nocturnas. Para las mujeres la moda consiste en mostrarse medio desnudas. A eso lo llaman científico, considerándolo ventilación higiénica de las partes expuestas. Exponen el pecho, los brazos y las piernas hasta la mitad; ésa es la moda. Llevan el cabello siempre arreglado; ése es su Siddhi, o poder psíquico. Lo pueden cortar y peinar de cualquier forma en una peluquería. La moda incrementa y excita la pasión.
El mundo entero podría vestirse con los retales de esa gente vana vestida a la moda. En ésta se malgastan grandes cantidades de dinero. Si ese dinero desperdiciado en las modas se utilizase en acciones virtuosas, en hacer caridad y en servir a la sociedad, el hombre se transmutaría en la Divinidad. Disfrutaría de paz y dicha eternas. ¿Qué ves ahora, sin embargo, en la gente elegante? Inquietud, ansiedad, preocupación, miedo, depresión y arrugas en sus rostros. Puede que vayan vestidos con trajes de seda a la última moda y con cuellos duros y corbatas; sin embargo, descubres en sus rostros su tristeza y fealdad. Las úlceras de la preocupación, la avaricia y el odio les consumen hasta lo más profundo de su corazón.
¿Por qué visten las damas y caballeros trajes elegantes? Porque desean aparentar ser gente importante a los ojos de los demás. Piensan que obtendrán respeto y honor vistiendo a la última moda. La esposa quiere aparecer bella a los ojos de su esposo, pues desea atraerle. El esposo, a su vez, viste trajes elegantes para atraer a su esposa. Las mujeres de mala reputación esperan atraer más clientes vistiendo trajes extravagantes. Todo eso es una ilusión. ¿Puede un traje vistoso proporcionar la verdadera belleza? ¡Todo eso es una decoración artificial, un relucir falso y temporal! ¡Una belleza decadente y falsa! Si posees virtudes buenas, como misericordia, simpatía, amor, devoción y paciencia, serás verdaderamente respetado y honrado. Eso proporciona una belleza imperecedera, aunque vayas vestido de harapos. ¡Con qué sencillez vestía Mahatma Gandhi! Sólo llevaba una tela de lino. ¡Cuán simple era Ramana Maharshi! Se vestía tan sólo con un pedazo de tela.
Efectos destructivos de una vida artificial.
La vida se ha vuelto artificial. Hay una degeneración física, mental y moral. Ya no encuentras gente robusta, fuerte ni sana. Se desconoce la longevidad. La gente vive poco. Se ven criaturas débiles y raquíticas con un físico pobre, una estructura débil y una apariencia enferma. No pueden andar siquiera cien metros; en seguida piden un taxi. Los niños engendran niños. La gente muere como moscas. Se han vuelto débiles. Se han vuelto afeminados e impotentes. ¡Qué fuertes y sanos eran nuestros antepasados! Disfrutaban de una vida larga. Podían caminar hasta cuarenta kilómetros diarios. A los setenta años eran capaces de cruzar nadando un ancho río desbordado. Podían cortar leña y transportar grandes pesos. Eran fuertes y vigorosos. Vivían en lugares sencillos. Observa aún hoy a los trabajadores del campo. Viven de pan, sal y chile. ¡Observa el tremendo trabajo que realizan! ¡Observa su salud y su maravil1osa fortaleza! Hoy, sin embargo, todos vosotros tomáis vitaminas. La esposa desea tener un sirviente particular y un cocinero. Tú quieres un sirviente que te ponga los zapatos, y el niño una nodriza.
La ciencia ha proporcionado muchas comodidades a la vida del hombre. La electricidad realiza todo tipo de trabajos: extrae agua, nos eleva hasta el último piso del edificio, cocina nuestro alimento, nos lleva a Londres y a Paris. La ciencia ha hecho que nuestros viajes y comunicaciones sean fáciles y rápidos. Todo ello tiene sus ventajas, pero las desventajas sobrepasan aquéllas. Ha hecho de la vida un lujo. El hombre es ahora más inquieto. El lujo de hoy se convierte en la necesidad de mañana. Todo el mundo desea tener radio de bolsillo, linterna, reloj de pulsera, coche, televisión. El nivel de vida se ha elevado mucho. A los secretarios y oficinistas no les importa engañar y dejarse corromper para conseguir sus fines. Pero el cine y la moda devoran todos sus ahorros.
La gratificación de los sentidos se ha convertido en la meta de la vida. La gente lista inventa ingeniosos métodos para ganar dinero, aunque sean deshonestos. Hay corrupción en todas partes. La honestidad y la amabilidad han desaparecido. La doble personalidad, la sinuosidad, el engaño y el pillaje se han apoderado de todo. Ése es el resultado de la vida lujosa, consecuencia de los descubrimientos científicos y de la civilización occidental.
Un doctor o un abogado, aunque se mueran de hambre, conservan su coche, pues sin él no pueden conseguir pacientes o clientes. La esposa le presiona, porque desea trajes de seda, polvos para la cara, lápiz de labios y cosméticos; quiere reservar entradas para el cine. ¿Cómo obtener el dinero? Tiene que engañar a la gente pobre. Llena un bote de agua y tinturas de colores y cobra un precio excesivo por él. Consigue el dinero cobrando muy caras sus inyecciones y visitas. La misericordia, la simpatía y la honestidad han huido de su corazón. Cuando la mente se llena de avaricia, pasión y deshonestidad, la conciencia se destruye.
En esta era de la llamada civilización moderna, la avaricia, la pasión y el egoísmo aumentan de día en día, e incluso de hora en hora. El hombre ha perdido su masculinidad. El hijo lleva a su padre a los tribunales para conseguir su parte de la propiedad. La esposa se divorcia del esposo, casándose con otro más rico, más bello y más joven. El hermano menor envenena al mayor para quedarse con sus posesiones. Hay crueldad, deshonestidad, injusticia y atrocidad en todas partes. Nadie cumple sus promesas. El padre no tiene fe en su hijo. La esposa no tiene fe en su esposo, ni el marido la tiene en su esposa.
La vida, divorciada de Dios y de la religión.
Ésta es la Edad del Hierro, o Kali Yugo. El deber, o Dharma, ha dejado de cumplirse. La gente actúa de acuerdo con sus propias ilusiones y fantasías. No existen obstáculos. Cada hombre es un Guru, o maestro. No le importa la instrucción religiosa. La pasión domina a todo el mundo. La discriminación, el pensar recto y Vichara (o la recta averiguación del Ser) han desaparecido. Comer, beber y procrear son las metas de la vida. Moksha, o la liberación, se ha desvanecido convirtiéndose en un sueño. Hábitos negativos de todo tipo han hecho presa en todo el mundo. Un amigo no saluda ya a otro invocando el nombre de Dios, sino ofreciéndole un cigarrillo o un trago de whisky. Le dice: “Venga, señor Martínez, fúmese un pitillo y tome una copa de ginebra conmigo.”
El dinero, la maldición moderna.
El dinero es, sin duda, necesario para el hombre. Sin embargo, no lo es todo en la vida. No se debe adorar a la riqueza. El dólar no puede proporcionar paz ni dicha. Hay edificios en América de 123 pisos de altura. Cada habitación de cada piso tiene aire acondicionado, y cuenta con los más modernos equipos electrónicos. Pero dime, hermano, ¿quién es superior: quien vive en un edificio de 123 pisos en América, con aviones y coches, lleno de dólares, pero también de innumerables inquietudes, preocupaciones y ansiedades, padeciendo tensión alta y otras enfermedades, con un corazón mezquino y una gran ignorancia, junto con sus consecuencias, como pasión, avaricia y cólera, o aquel que vive en una pequeña cabaña de paja a orillas del Ganges en Rishikesh, en los Himalayas, disfrutando de buena salud, con un corazón amplio y magnánimo, con innumerables cualidades divinas, con dicha, alegría y paz perennes, con un gran conocimiento del Ser, aunque sin ningún dinero, preocupaciones ni ansiedades?
Un día vino a este Ashram un oficial militar inglés. Le atrajo mucho la atmósfera calmada y pacífica de Ananda Kutir*. Le dije que también podría hallar esa quietud en ciertos lugares solitarios de Inglaterra, especialmente en las montañas. Pero me replicó; «Incluso allí los aviones sobrevuelan constantemente por encima de tu cabeza. La paz se desconoce en Inglaterra.»
Una escena de caos y desorden.
Tu misma vida es compleja e intrincada. Te has hundido en esta ciénaga del Samsara (ciclo de nacimientos y muertes). Has multiplicado tus deseos y necesidades. Cada día forjas un eslabón adicional a la cadena de la esclavitud. La simplicidad se ha desvanecido. Los hábitos y formas de vida lujosos se multiplican. A nadie asombra ya que haya desempleo en todas partes. La gente se muere de hambre. Los negocios van a la bancarrota. Hay inquietud en todas partes. Los casos de divorcio se multiplican. Cada nación teme a la nación vecina. Cada nación sospecha que las demás se preparan para una guerra. La vida se ha vuelto incierta. Está llena de confusión, caos y desorden. Se ha vuelto violenta y turbulenta, Y en ella se cruzan corrientes de distinto signo.
El modo de escapar.
¿No hay modo, pues, de escapar de tantos problemas y dificultades? Hay sólo un medio: llevar una vida de desapasionamiento, autocontrol, pureza, servicio desinteresado y amor cósmico. Desarrolla el hábito de albergar el punto de vista adecuado, pensamiento recto, sentimientos rectos y acción recta, junto con la actitud mental adecuada, o Bhava. Practica la devoción y la meditación.
Viajar en un «Rolls Royce» no es la verdadera civilización. Tener radares no es civilización. Poseer helicópteros no es civilización. Tener abundantes riquezas no es civilización. Poseer títulos y honores no es civilización. Ser honesto, humilde y devoto es civilización. Ser santo y compasivo es civilización. Estar provisto de devoción y sabiduría es civilización. Poseer un espíritu de servicio y sacrificio es civilización.
Tendremos que retornar a la naturaleza y a la vida natural. Tendremos que adoptar el vivir sencillo y el pensamiento elevado de nuestros antepasados. Lleva una vida simple y natural. Viste con sencillez. Camina diariamente. Abandona la lectura de novelas y los cines. Toma alimentos simples. Lleva una vida dura y trabajadora. Sé autosuficiente. No tengas sirvientes. Reduce tus necesidades. Sé honesto en tus tratos. Gana el pan con el sudor de tu frente. Controla los Indriyas, o sentidos, y la mente. Desarrolla cualidades nobles. Recurre a la compañía de hombres sabios. Recuerda a Dios. Canta Su Nombre. Siente Su presencia. Di siempre la verdad. Aprende a discriminar. Aprende a llevar una vida divina inmersa en el mundo. Sirve a la sociedad con Atma-Bhava, o el sentimiento divino. Entonces habrás resuelto todo el problema. Habrás reconquistado tu divinidad y tu paraíso perdido. Todas las dificultades tocarán a su fin. Alcanzarás el éxito en cada paso que des y en cada empresa de tu vida. Conserva esta llave maestra contigo y abre con ella la estancia de la dicha celestial.