La práctica
El capítulo de reflexión de hoy sacado de La Revolución de la Dialéctica hace referencia a algo esencial en el trabajo esotérico: el hacer conscientes, en vivenciar las enseñanzas de los Maestros auténticos.
Nuestra actitud como seres humanos y de acuerdo a la educación que hemos recibido nos hace tomar cualquier enseñanza sólo desde una forma intelectual, es decir, sólo entendemos las cosas con la mente, con la razón y con la memoria, pero no las vivenciamos. Esto es, no las ponemos en práctica completa, de tal manera que tengamos una experiencia directa de estas profundas ideas.
Por ejemplo, hablamos mucho de la conciencia y de su despertar, pero pocas veces nos afanamos con profundidad en despertarla a diario. Sin embargo, cuando hacemos este trabajo de despertar saboreamos lo que es un estado de conciencia (sea en el grado que sea). Cuando hacemos eso se nos graba indeleblemente en nosotros la técnica del despertar de la conciencia y el sabor de ésta.
Si leemos en cualquiera de las obras de un Maestro que el pranayama es una fuente de energía, vitalidad y favorece el despertar de la conciencia no nos servirá de nada aceptarlo si no lo ponemos en práctica durante un tiempo, pasado el cual vivenciaremos la verdad de estas afirmaciones.
Por ello, la práctica y la meditación de todos los datos que van llegando a nosotros son fundamentales. Y en ello, precisamente, incide el Maestro Samael en este pequeño capítulo.
LA PRÁCTICA
Con la práctica, experimentación o vivencia de cualquiera de las obras que he entregado a la humanidad, el practicante lograría, es obvio, la emancipación psicológica.
Existen gentes que hablan maravillas sobre la reencarnación, la Atlántida, la Alquimia, el Ego, el desdoblamiento astral y ante el mundo exterior son expertos en estas materias, pero esto solamente es estar intelectualmente informado. En el fondo, estas personas no saben nada y a la hora de la muerte, estos expositores quedan nada más que con conocimientos almacenados en la memoria, que en el más allá no les sirven para nada porque siguen con la conciencia dormida.
Si uno está únicamente embotellado en teorías, si no se ha realizado nada práctico, si no se ha hecho conciencia de lo que he enseñado en los libros, si dejamos el conocimiento en la memoria, se puede decir que hemos perdido el tiempo miserablemente.
La memoria es el principio formativo del Centro Intelectual. Cuando una persona aspira a algo más, cuando alguien mira a través de las limitaciones del subconsciente y ve aquello que tiene depositado en la memoria, y analiza o medita sobre el último acontecimiento o enseñanzas de un libro esotérico, entonces esos valores pasan a la fase emocional del mismo Centro Intelectual. Cuando se quiere conocer la honda significación de dichos conocimientos, y la persona se entrega de lleno a la meditación, obviamente tales conocimientos pasan al Centro Emocional propiamente dicho y se llegan a sentir en el fondo del alma.
Cuando se han vivenciado limpiamente los conocimientos ‑‑los valores cognoscibles de la esencia-, entonces, por último, quedan depositados en la conciencia y ya no se pierden jamás. La esencia viene a quedar enriquecida con los mismos.
Ahora comprenderemos cuál es la forma de volver conscientes los conocimientos gnósticos que he entregado en los libros que he escrito anteriormente y en éste también.
La meditación resulta formidable para volvernos conscientes de los conocimientos gnósticos; mas no cometamos el error de dejar los conocimientos exclusivamente en teorías o en la memoria, porque si así procedemos jamás lograremos el dominio de la mente.
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