La máquina humana
Aquí os dejo alguna información acerca de lo que hemos visto esta semana acerca de los cinco centros de la máquina humana.
Toda la información procede de diversas obras del Maestro Samael.
LA MÁQUINA HUMANA
Introducción
En el tema anterior dejamos claramente establecidos y diferenciados los conceptos de EGO, PERSONALIDAD y ESENCIA, y se explicó, cómo la humana personalidad es un instrumento de acción al servicio del Yo Pluralizado en la mayoría de las personas.
A su vez, el cuerpo físico es el vehículo de manifestación de la personalidad, caracterizándose ésta por formas particulares de hablar, vestir, caminar, comer, en cada persona y esto lo hace, obviamente, a través del cuerpo físico.
Por lo tanto, y como consecuencia de todo lo expuesto, estamos en disposición de comprender que el Ego, el “Yo Pluralizado”, utiliza la personalidad para expresarse en nuestra prodigiosa máquina orgánica con ideas, pensamientos, afectos, emociones, deseos, acciones y reacciones.
Todas las funciones de nuestro organismo parten de cinco Centros fundamentales, estos Centros, o Cilindros, son de naturaleza psico-fisiológica y en ellos se procesan los complejos funcionalismos de nuestra máquina humana.
A través de dichos Centros se expresa el “Yo Pluralizado”, nuestra multiplicidad psicológica. Los “yoes” se manifiestan de diferente forma en cada uno de estos Centros y es en ellos, y solamente a través de ellos, que se puede manifestar el EGO. Es a través del estudio, en nosotros mismos, del funcionamiento de los Cinco Cilindros como podemos llegar al conocimiento y comprensión del “Yo psicológico”, requisito indispensable para su eliminación.
La Maquina Humana
No hay persona que no esté llena de ideas falsas sobre sí misma, pero lo más grave es que no queremos darnos cuenta de que somos una máquina sin libertad auténtica de movimiento, pues sus acciones, palabras, ideas, sentimientos y deseos son provocados por variados estímulos exteriores y complejas respuestas y causas interiores, La explicación de esto reside en nuestra multiplicidad psicológica. Pues estas causas interiores de las que hablamos no son otra cosa que nuestros “yoes” y ellos son los que utilizan nuestra máquina orgánica, cual hilos invisibles manejando una marioneta, haciéndola actuar a su antojo. Por eso es que sólo somos pobres seres pensantes, con memoria y vitalidad, muñecos vivientes que tenemos la vana ilusión de que hacemos las cosas o de que podemos hacerlas, cuando en realidad nada podemos hacer.
Ese velo de ilusión, (Maya, como lo llaman los Indostaníes) nos impide ver la realidad tal como es, tanto interior como exterior, lo que nos hace creer que hacemos las cosas por nosotros mismos, cuando no es así, las cosas nos suceden, que es muy distinto.
Imaginemos un muñeco automático controlado por un complejo mecanismo, y que tal muñeco tiene vida, se enamora, habla, camina, desea, hace guerras, etc. Imaginemos (y esto es lo principal) que ese muñeco puede cambiar de dueños a cada momento y que cada dueño tiene su propio criterio, su propia forma de divertirse, sentir, vivir, etc.
Un dueño cualquiera, queriendo conseguir dinero, apretará ciertos botones y entonces el muñeco se dedicará a los negocios; otro dueño (varias horas después), lo pondrá a reír y a bailar; luego, un tercero, lo pondrá a pelear, un cuarto lo hará enamorar de una mujer; un quinto, de otra; un sexto lo hará pelearse con un vecino y crearse un problema de policía; y un séptimo lo hará cambiar de domicilio.
Realmente, el muñeco del ejemplo, no ha hecho nada, pues es manejado, pero él se cree que sí ha hecho, él tiene la ilusión de que hace, cuando en realidad no es así, porque no tiene el Ser Individual, no es libre. Sin lugar a dudas, todo ha sucedido como cuando llueve o cuando calienta el sol, pero el pobre muñeco cree que ha tomado decisiones, cuando son sus respectivos dueños quienes han hecho lo que han querido con él.
Igual a ese títere somos los seres humanos. Somos marionetas de carne y hueso, controladas cada una por legión de entidades energéticas sutiles que en su conjunto constituyen el Ego, el Yo Pluralizado.
El Evangelio Cristiano califica a todas esas entidades como legión de demonios y, en realidad, eso son. Si decimos que el YO es legión de demonios que controlan la máquina humana, no estamos exagerando, así es.
El hombre-máquina, no tiene individualidad alguna porque no posee el Ser, sólo el Ser Verdadero tiene poder de hacer. Sólo el Ser puede darnos verdadera individualidad, sólo el Ser nos convierte en hombres verdaderos.
Quien de verdad quiera dejar de ser un simple muñeco mecánico, debe eliminar cada una de esas entidades egoicas que juegan con la máquina humana, empezando por verificar y comprender su propia mecanicidad, pues no se puede realizar ningún cambio si antes no se comprende y admite la propia mecanicidad.
El humanoide es una máquina, pero una máquina muy especial: si llega a comprender lo que es, si es bien conducida y si las circunstancias lo permiten, puede dejar de ser máquina y convertirse en Hombre auténtico. Ante todo se requiere empezar por comprender a fondo y en todos los niveles de la mente, que no tenemos individualidad verdadera, que no tenemos un Centro Permanente de Conciencia. En un momento determinado somos una persona y en otro momento otra, todo depende de la entidad que controle la situación en cualquier instante.
Aquello que origina la ilusión de integridad del humanoide intelectivo es, por una parte, su sentido real de individualidad física, esto es, la sensación que tiene de su cuerpo físico; por otra parte, su nombre y apellidos; y por último, la memoria y cierto número de hábitos mecánicos implantados en él, por la educación o adquiridos por simple imitación, esto último relacionado directamente con la personalidad.
No podremos dejar de ser máquinas, no podremos cambiar, ni adquirir el Ser Individual Verdadero y convertirnos en Hombres legítimos, mientras no tengamos el valor de eliminar, mediante la comprensión de fondo y en orden sucesivo, a cada una de esas entidades metafísicas que en su conjunto constituyen el Ego, el Yo.
Cada idea, pasión, vicio, afecto, odio, deseo, etc., tiene su correspondiente entidad que lo produce. Todas esas entidades metafísicas, todos esos yoes, no tienen verdadera ligazón entre sí, ni coordinación de ningún tipo. Cada una de esas entidades depende totalmente de las circunstancias, sucesos, cambio de impresiones, etc.
La pantalla de la mente cambia de colores y escenas a cada instante, todo depende de la entidad que en ese instante determinado controle la mente. Por la pantalla de la mente van pasando, en continua procesión, las diversas entidades que integran el Yo Psicológico. Estas se asocian, se disocian, forman ciertos grupos especiales de acuerdo con sus afinidades, riñen entre sí, se desconocen, etc.; pues cada entidad de la legión, llamada “YO”, cree ser el todo, el Ego total, este “YO” ni remotamente sospecha que sólo es una ínfima parte.
El “humanoide intelectivo” no es Hombre, pero tiene dentro de sí, en estado latente, todas las posibilidades para convertirse en Hombre. No es una ley que esas posibilidades se desarrollen, lo más natural es que se pierdan. Sólo mediante tremendos súper-esfuerzos pueden desarrollarse tales posibilidades humanas. Esto lo sabían bien los sabios mayas cuando escribieron el “Popol Vuh” (la Biblia Maya):
“¡Que aclare! ¡Que amanezca en el cielo y en la tierra! Que no habrá gloria ni grandeza alguna hasta que surja la criatura humana, el Hombre formado”.
Mucho tenemos que eliminar y mucho que adquirir. Se hace necesario hacer un inventario para saber cuanto nos sobra y cuanto nos falta. Es claro que el “Yo Pluralizado” está de sobra, es algo inútil y perjudicial. Es fundamental desarrollar ciertos poderes, ciertas facultades, ciertas capacidades, que el hombre-máquina se atribuye (Conciencia despierta, Voluntad consciente, poder de hacer, etc.) y cree tener, pero que en realidad no tiene.
Si queremos dejar de ser máquinas, si queremos despertar conciencia, tener verdadera voluntad consciente, individualidad, capacidad de hacer, es necesario empezar por conocernos a nosotros mismos y luego disolver el Yo Psicológico. Cuando suceda, sólo habrá quedado dentro de nosotros el SER VERDADERO.
Los cinco Cilindros de la Maquina Humana
Todo ser humano tiene cinco centros básicos fundamentales, que son:
- El Intelectual
- El Emocional
- El Motor
- El Instintivo
- El Sexual
Como dichos centros son de carácter psico-físico, llegamos a la conclusión de que cada cilindro tiene un centro y una periferia, o sea, ocupa todo el cuerpo y penetra el organismo entero, pero cada uno posee lo que se llama un Centro de Gravedad.
El centro de gravedad del cilindro intelectual se halla en el cerebro; el del centro motor o del movimiento se ubica en la parte superior de la espina dorsal; el del centro emocional se encuentra en el plexo solar y en los centros específicos nerviosos del sistema “Gran Simpático”; el del centro instintivo en la parte inferior de la espina dorsal; y el del centro sexual está ubicado en los órganos sexuales.
La Gnosis afirma que toda la vida se desenvuelve en función de los cinco centros y es controlada por estos. Nuestros pensamientos, sentimientos, ideas, esperanzas, temores, odios, acciones, sensaciones, satisfacciones, frustraciones, etc., se encuentran en los cinco centros de la máquina humana.
En el Hombre Verdadero los cinco centros psíquicos: intelectual, emocional, motor, instintivo y sexual, funcionan en plena armonía.
Conocerse a sí mismo, fue el principio y la primera exigencia de todas las antiguas Escuelas de Psicología. Actualmente recordamos esas palabras, pero hemos olvidado su sentido. Conocernos a nosotros mismos, significa en realidad conocerse como máquinas, es decir, conocer la estructura de nuestra máquina, sus partes, la función de cada una de éstas, las condiciones que rigen su trabajo, etc. Es obvio que no podemos conocer ninguna máquina sin haberla estudiado previamente.
Con respecto a la máquina humana, el medio de conocerla es a través de la observación de uno mismo. No existe otro medio y nadie puede efectuar ese trabajo en nuestro lugar, pero antes debemos aprender cómo observarnos, comprender el lado técnico de la observación: debemos saber que es necesario observar las diferentes funciones de los centros y distinguirlas entre sí, recordando sobre todo, que es en dichos centros donde se ubican y trabajan los yoes que hay en nosotros.
La Psicología, como tratado o ciencia del Alma, es el estudio de uno mismo, pues no se puede estudiar esta ciencia a fondo fuera de uno mismo. Uno debe analizarse, como lo haría con cualquier máquina nueva y complicada, analizar las piezas, sus funciones principales, las condiciones de un trabajo correcto, las causas de un trabajo defectuoso y una gran cantidad de otros aspectos.
La persona que quiere conocer los funcionalismos de su máquina deberá estudiar y observar no sólo el trabajo correcto de sus centros, sino también su trabajo incorrecto y los rasgos característicos que éste asume en él.
Todo aquel que quiera disolver el Yo, debe estudiar sus funcionalismos en los cinco centros inferiores. No debemos condenar los defectos. Tampoco debemos justificarlos. Lo importante es comprenderlos y eliminarlos. El Yo ejerce control sobre los cinco centros inferiores de la máquina humana. Cada uno de estos cilindros tiene un juego complicadísimo de acciones y reacciones. El Yo trabaja en cada uno de estos cinco centros y comprendiendo a fondo el mecanismo de cada uno de ellos estamos en camino de disolver el Yo.
En la vida práctica, dos personas reaccionan ante una representación en forma diferente. Lo que es agradable para una persona, puede ser desagradable para la otra. La diferencia está, muchas veces, en que una persona puede juzgar y ver con la mente y otra puede ser “tocada” en sus sentimientos. Una cosa es la mente y otra el sentimiento. En la mente existe todo un juego de acciones y reacciones que deben ser analizadas.
En el sentimiento, existen afectos que deben ser sacrificados, emociones que deben ser cuidadosamente estudiadas y, en general, todo un mecanismo de acciones y reacciones que fácilmente se confunden con las actividades de la mente.
A diferencia del Hombre Verdadero, en el “humanoide intelectivo” los cilindros trabajan en forma equivocada, se interfieren unos con otros, se roban mutuamente energía.
La causa-raíz del trabajo equivocado de los cinco centros debemos buscarla en los defectos psicológicos, o yoes, ubicados en cada uno de los centros. A causa del Ego, cada centro trata de hacer el trabajo que no le corresponde y para el cual no está preparado. Por ejemplo, cuando el centro emocional trabaja en lugar del centro intelectual, introduce febrilidad, nerviosismo y precipitaciones innecesarias, en las que, por el contrario, son esenciales un juicio calmado y una deliberación tranquila. Por su lado, cuando el centro intelectual se pone a deliberar en situaciones que requieren decisiones rápidas, inmediatas, intuitivas, obstaculiza lamentablemente la voz del corazón.
Cada Ego es una persona diferente y se manifiesta en la cabeza de un modo, en el corazón de otro, en el sexo con características muy particulares, y así sucesivamente.
El descubrimiento de algún defecto o “elemento inhumano” en cualquiera de los centros, debe ser motivo más que suficiente para el trabajo sobre nosotros mismos, esto es, para el trabajo psicológico.
Ese descubrimiento sólo lo podemos lograr a través de la aplicación de la auto-observación psicológica, que consiste en mantener una actitud de atención permanente volcada hacia nuestro interior, para detectar la manifestación de los yoes en cada cilindro. Luego, todo defecto psicológico debe ser previamente comprendido, a través de la meditación, para poder proceder a su eliminación.
Existen, además, dos centros superiores que pertenecen a la Conciencia Superlativa del Ser: el EMOCIONAL SUPERIOR y el INTELECTUAL SUPERIOR. Sobra decir que estos centros no pueden ser controlados por el “Yo” de la Psicología Experimental.
Estos centros superiores, al no estar plenamente desarrollados en el ser humano, transmiten mensajes que se deben aprender a captar conscientemente. Las experiencias trascendentales, que ocurren durante las horas del sueño y también durante ciertas prácticas esotéricas, están relacionadas con estos centros, Emocional Superior y Mental Superior.
Obviamente, si nosotros no preparamos los cinco centros inferiores, tampoco podremos recibir las maravillosas influencias que devienen a través de los centros superiores.
El Centro Intelectual
Como ya se señaló, su centro de gravedad se encuentra en el cerebro. Tal cilindro es muy útil y necesario dentro de su órbita; lo grave es quererlo sacar de su campo de acción. Las grandes realidades del Espíritu, sólo pueden ser experimentadas con la Conciencia. Quienes pretenden investigar las verdades trascendentales del Ser a base de puro razonamiento, caen en el mismo error de alguien que ignorando el uso y manejo de los instrumentos modernos de la ciencia, intentara investigar la vida de lo infinitamente pequeño con telescopios y la vida de lo infinitamente grande con microscopios.
El centro intelectual está relacionado con todos los procesos del razonamiento y, en general, del pensamiento. Es el más lento de todos los centros y, por ende, se manifiestan en él infinidad de yoes, generalmente relacionados con la sub-imaginación y la fantasía (elementos, estos últimos, sumamente perniciosos).
La gente alaba mucho al pensamiento, pero, al contrario de lo que comúnmente se cree, el centro intelectual es muy lento si tomamos en cuenta que el centro motor y el instintivo son unas 30.000 veces más rápidos que el intelecto; a su vez, el centro emocional es aproximadamente 30.000 veces más rápido que los centros motor e instintivo, y el centro sexual unas 30.000 veces más veloz que el emocional. De mayor a menor, de lo más sutil a lo menos sutil, según el orden de velocidades y de energía que utilizan, sería primero el centro sexual, seguido del emocional, después el motor e instintivo y finalmente el centro intelectual.
La persona que hace demasiado uso de este centro, se vuelve intelectual, se convierte en una persona que afirma cosas sin conocimiento de las Causas Verdaderas. El intelectual suele tener poca actividad en los demás centros porque, su cilindro intelectual, roba toda la energía a los otros para alimentarse.
Al respecto, hay que explicar algo muy importante. A cada ser humano se le asignan determinados valores vitales (reservas de energía vital). Esa energía se distribuye en cada cilindro y cuando una persona abusa de un centro, entonces éste se ve obligado a tomar energía de otros centros, fundamentalmente del sexual. Estas energías son de diferente densidad (la energía sexual, por ejemplo, es la más sutil) y al ser requeridas por otros centros se producen trastornos psíquicos y físicos, siendo estos de graves consecuencias.
Para ejemplificar lo anterior, diremos que muchas personas poseen yoes lujuriosos manifestados en el centro intelectual como fantasía erótica sexual. Estas gentes gozan leyendo revistas y viendo películas porno-gráficas, alimentando, y en exceso, su fantasía sexual. En esas operaciones del centro intelectual hay un gran desgaste de energía y como resultado adviene la impotencia sexual.
Es claro que a la hora de enfrentar la realidad de la vida, surge la imposibilidad física y psicológica de encarar en los hechos la práctica sexual. Con este ejemplo se demuestra que son los yoes los que producen desequilibrio en los centros.
Los que abusan del intelecto, todo lo quieren llevar a la mente, puesto que el intelecto se mueve en el mundo de las ideas. buscan posiblemente la felicidad, pero las ideas y teorías planteadas en los libros son contradictorias. El lector se ve sometido a las dudas y, por tanto, a la confusión, tan dañinas para la mente.
El “Fausto”, en la genial obra de Goethe, después de haber encanecido entre el polvo de su biblioteca, exclama:
“Todo lo estudié con ansia viva,
todo lo estudié con ansia loca,
y hoy, pobre loco de infeliz mollera,
¿qué es lo que sé? Lo mismo que sabía:
sólo pude aprender que no sé nada”.
Necesitamos parar el abuso del centro intelectual. La lectura prolongada durante horas y horas es perjudicial, lo inteligente sería equilibrar la lectura con la acción del centro motor y del centro emocional (caminar, respirar profundamente, escuchar música clásica, etc.), es decir, el equilibrio de este centro (y de los demás centros) se logra con el no abuso del mismo, sabiendo combinar sabiamente las funciones intelectuales con funciones motoras y emocionales, así como no permitiendo que los conceptos pasen por nuestro intelecto en forma mecánica, o sea, haciéndonos conscientes de todos los datos intelectuales venidos a la mente, como por ejemplo, si leemos un libro habría que aprehender, comprender su hondo significado.
Debemos parar la infinidad de pensamientos que nos asaltan constantemente, impidiéndonos la sabia utilización de ese centro y ocasionándonos trastornos psíquicos y físicos, que en última instancia se convierten en esquizofrenia, histeria, locura, etc. El intelectualismo trae neurastenia y afecciones del sistema nervioso Cerebro Espinal, y la duda, que lo caracteriza, destruye los poderes ocultos. Es muy triste vivir inmersos en teorías. Según decía Goethe: “Toda teoría es gris y sólo es verde el árbol de dorados frutos que es la vida”. El intelectualismo sólo sirve para congelar el pensamiento en el cerebro.
Para corregir el funcionamiento equivocado del centro intelectual, debemos observar a los muchos pensamientos negativos que surgen de los diferentes yoes. Pensamientos negativos, los hay de distinta especie: sospecha, desconfianza, mala voluntad hacia otras personas; celos pasionales, religiosos, políticos, por amistad, o de tipo familiar; pensamientos adúlteros, de orgullo, odio, etc. Por lo tanto, como ya hemos mencionado, el desequilibrio de los centros se debe a los múltiples “yoes-defectos” que se ubican allí.
En el centro intelectual, vemos que los agregados psíquicos aprovechan los conocimientos adquiridos para auto-afirmarse y fortalecerse.
Los conocimientos no perjudican a nadie, pero cuando son atrapados por el Ego, entonces se vuelve más astuto, cauteloso, y fragua las peores fechorías, busca las maneras de explotar al prójimo, destruye las diferentes manifestaciones científicas, artísticas y religiosas.
El intelectualismo, es el polo opuesto a la inteligencia, es una mezcla del Yo Psicológico con la información adquirida a través de los sentidos físicos. La inteligencia, en cambio, es un atributo del Ser, de la Conciencia Superlativa del Ser.
Cuando algún conocimiento no es sometido a la meditación y comprensión, pasa a formar parte de la astucia del Ego. Cuando esa información pasa, por medio de la comprensión, a formar parte de la inteligencia, de la Conciencia, entonces se obtiene el verdadero cono-cimiento y éste no será utilizado por el Yo.
Cuando un intelectual ingresa en el camino de la liberación de la Conciencia, comienza a trasformar su intelecto positivamente y entonces éste se convierte en instrumento de la Esencia. Hay que ir uniendo nuestro intelecto con la práctica y la experiencia. En estos estudios se requiere la adquisición de un instrumento superior del conocimiento, el “Tertium Organum”: la razón puesta al servicio de la Intuición, la Lógica Superior.
Centro Motor o del Movimiento
El centro motor tiene su centro de gravedad en la parte superior de la espina dorsal.
En cuanto a sus funciones, que fácilmente pueden confundirse con las instintivas, aunque la diferencia es muy clara y fácil de comprender; basta recordar que todas las funciones instintivas, sin excepción, son innatas y que no es necesario aprenderlas para utilizarlas (respiración, digestión, etc.), mientras que ninguna de las funciones del movimiento es innata, hay que aprenderlas todas, pues constituyen nuestros hábitos; así el niño aprende a caminar, a hablar, a jugar, a escribir, etc.,además de estas funciones motrices normales, existen también, debido a la intervención de los yoes, extrañas funciones de movimiento que representan el trabajo inútil y equivocado de la máquina humana, trabajo no previsto por la Naturaleza, pero que ocupa un amplio espacio en la vida del hombre y consume gran cantidad de energía, por ejemplo: el hablar por hablar, las tensiones musculares innecesarias, los movimientos inconscientes, la imitación mecánica, la creación de auto-imágenes con la complicidad de la fantasía y del ensueño, diversas clases de hábitos mecánicos, y de una manera general, todas las manifestaciones incontroladas e incontrolables.
El centro motor permite las funciones de relación, pero cuando esforzamos nuestros músculos hasta llevarlos a la fatiga, entonces el cilindro motriz roban energía al centro sexual. Los deportistas de élite, suelen abusar de su centro motriz y emocional. El deporte moderado y el ejercicio, es conveniente pero el exceso es sumamente dañino para el cuerpo y la mente.
Este centro está relacionado, pues, con todos los movimientos del cuerpo físico, con las reacciones y con los hábitos mecánicos.
Necesitamos auto-descubrirnos y comprender a fondo todos nuestros hábitos, para no permitir que nuestra vida siga desenvolviéndose mecánicamente. Parece increíble que nosotros, viviendo dentro de los moldes de los hábitos y reacciones, no conozcamos estos moldes que condicionan nuestra vida y la tornan mecanicista al cien por cien. Necesitamos estudiar nuestros hábitos y comprenderlos, pues son parte de las actividades del centro del movimiento.
Es necesario auto-observarnos en la manera de vivir, actuar, vestir, andar, etc.
El centro motriz tiene muchas actividades. El desgaste motor abusivo acaba la energía, acarreando decrepitud, lesiones, defectos físicos… Los ejercicios regulados y con medida, para mantener el cuerpo físico en forma y la vida activa, son admirables, pero otra cosa es el deporte sin regulación como se practica actualmente, que se convierte en un ladrón de nuestra propia existencia. Este centro maneja la máquina humana y, cuando se abusa de él, le roba su energía vital.
Ya hemos señalado que existe una enorme diferencia de velocidades entre cada uno de los cinco centros de la máquina humana. Cada uno tiene un tiempo completamente distinto. La velocidad de los centros explica gran número de fenómenos bien conocidos, que la ciencia oficial no puede explicar; basta recordar la asombrosa velocidad de ciertos procesos psicológicos y fisiológicos. Estudiándonos a nosotros mismos, auto-observándonos, veremos a simple vista que el movimiento es más veloz que el pensamiento, y que la emoción es más rápida que todo movimiento y pensamiento. Por ello es que cuando la mente interfiere en este centro del movimiento, obstruye y daña, porque ella es muy lenta. Por ejemplo, todo mecanógrafo trabaja con el centro del movimiento y si la mente llega a intervenir, puede equivocarse en el teclado; un hombre conduciendo un automóvil podría sufrir un accidente si la mente llega a intervenir.
Con respecto al trabajo psicológico, para trabajar seriamente sobre el centro motor y corregir su funcionamiento equivocado, es necesario ejercitar el sentido de la auto-observación psicológica, colocando la atención dinámica en todas las actividades relacionadas con dicho centro, sobre todo con el fin de auto-descubrir, comprender y eliminar los hábitos mecánicos que moldean y condicionan nuestra vida, así como aquellos movimientos innecesarios que desgastan los valores vitales ubicados allí por la Naturaleza.
Aplicando el sentido de la auto-observación no sólo en el centro motor sino en todos los centros, dejaremos de ser máquinas.
Centro Emocional
El centro de gravedad de este cilindro es el plexo solar (zona abdominal). Cada uno de los cilindros está dividido en dos partes, positiva y negativa, pero esta división es particularmente clara para el centro emocional, que oscila entre lo agradable y desagradable.
Para depurar nuestro centro emocional debemos auto-observar, comprender y luego eliminar los yoes que provocan las emociones negativas de miedo, celos, envidia, aburrimiento, irritabilidad, desconfianza en sí mismo, auto-compasión, auto-consideración, etc. Una de las emociones negativas más comunes, que más nos hipnotizan y que nos hacen perder muchísima energía, es la auto-consideración, que surge de la identificación consigo mismo, cuando la persona se quiere demasiado, cuando piensa que siempre se ha portado bien con fulano, con la mujer, con los hijos… Y supone entonces que nadie lo ha sabido apreciar, o que le han pagado mal (a pesar de sus consabidas bondades), etc. Esta incesante preocupación por lo que otros puedan pensar de nosotros, porque tal vez supongan que no somos honrados, sinceros, valientes, etc., fortifica los yoes y detiene toda posibilidad de desarrollo interior.
Las emociones positivas, saludables, como la alegría, la simpatía, el afecto, la confianza en sí mismo, la ecuanimidad, el valor, la resignación, la decisión, la jovialidad, etc., estimulan la glándula pituitaria, haciéndola producir un espectro harmónico óptimo, el cual posee eficacia para garantizar una buena salud.
Por el contrario, la tensión emotiva de una vida mal enfocada, origina gran parte de nuestras enfermedades.
Este centro está relacionado con todos los procesos emocionales, sentimentales, de inspiración, etc. Dicho cilindro es la antena receptora de todas las impresiones provenientes del exterior, aunque no en forma exclusiva, sino que es una de sus funciones por excelencia.
Retomemos el ejemplo de dos personas que reaccionan ante un evento de forma diferente: lo que es desagradable para una, es agradable para otra, todo depende de como reciba la impresión del mundo exterior, mejor dicho, del tipo de impresión que se forma interiormente de aquel evento exterior, pues las impresiones en realidad son interiores, (más adelante, en otros temas, se explicará la manera de crear un “instrumento” para la trasformación de las impresiones), además, también pude suceder que cada persona de este ejemplo, recibiera las impresiones en un cilindro distinto, una en el centro emocional y la otra en el centro intelectual, por lo que las reacciones fueron distintas.
Hoy en día es muy fácil recibir impresiones nefastas que provocan emociones inferiores o negativas como consecuencia de impresiones provocadas por el cine, la televisión, y otros medios de comunicación, donde se comunica violencia, pornografía, morbosidad, materialismo…
La trasformación del centro emocional está íntimamente relacionada con la NO expresión de emociones negativas.
Concretamente, las emociones negativas tienen su causa raíz en las asociaciones mecánicas y en la identificación con uno mismo y con los demás. Cuando trabajamos sobre el centro emocional, podemos saber en qué momento y por qué surge una emoción negativa.
La Psicología Gnóstica en-seña el método exacto para tras-formar o purificar el centro emocional y a este respecto señala, entre otras cosas, que es necesario aprender a ver el punto de vista ajeno, a colocarnos en la posición de los otros, a recibir con agrado las manifestaciones desagradables de los demás.
Los tipos de yoes que se albergan en este centro emocional, se alimentan con emociones negativas y nos hacen perder energías fascinándose con la televisión, el cine, fútbol, noticias morbosas, etc.
Sin embargo, se pueden sentir emociones positivas al contemplar un bello paisaje, escuchar música clásica, ayudando a los demás, contemplando una obra de arte, etc., pero a toda emoción de este tipo debemos encontrarle su profundo significado, su profunda verdad.
Las personas gastamos torpemente las energías identificándonos con el personaje de una película o telenovela, sufriendo o disfrutando con éste; “haciendo fuerza” para que gane su equipo favorito, y no nos damos cuenta del error porque estamos identificados emocionalmente con la película, la carrera, el partido… Resultamos verdaderos muñecos autómatas tomando y formando parte de un acontecimiento que no va a significar nada en nuestras vidas. La sociedad está ya tan acostumbrada al gasto de energía en esta clase de emociones negativas, que cuando la película no es de terror, miedo, aventuras diabólicas, muerte, crímenes, tragedias y sangre, entonces no le gusta el espectáculo.
Centro Instintivo
El centro instintivo tiene su centro de gravedad en la parte inferior de la espina dorsal.
Este centro permite la actividad involuntaria del organismo. Está relacionado con todos los procesos de asimilación físico-químicos, de digestión, degustación, circulación de la sangre, secreción, y todos los procesos endocrinos del ser humano, de su cuerpo físico.
Además, existen los instintos de conservación, los instintos sexuales. Existen también muchas perversiones del instinto. Es de suma importancia analizar las perversiones del instinto de conservación, del instinto sexual, del instinto materno y paterno, etc.
Lamentablemente, en todo ser humano existen fuerzas infra-instintivas que paralizan el verdadero espíritu de amor y caridad, como, por ejemplo, las psicopatías sexuales, los instintos criminales, la cobardía, etc. Esas fuerzas bestiales deben ser primero sometidas y luego comprendidas, antes de proceder a su eliminación. Las violaciones, torturas, crímenes horripilantes, etc., son originados por yoes pertenecientes a este centro. Cuando el centro instintivo, en desequilibrio, roba energía sexual, hay entonces derroches de actos instintivos, pasionales y violentos.
Sin embargo, cuando este centro está equilibrado, existe gran armonía en el ser humano, no obstante para que esto ocurra, es necesario que la conciencia esté activa
El centro instintivo equilibrado, nos puede salvar la vida en innumerables ocasiones de nuestra existencia. Por ejemplo, al cruzar la calle pudiera ser que un vehículo, en veloz carrera, se nos echara encima; el centro instintivo, en décimas de segundo, puede mover la máquina humana lo suficiente para salvarnos del peligro de ser arrollados. También pudiera ser que al pasar por debajo de un edificio nos cayera encima un objeto, tal como una maceta, un trozo de alero, una teja, etc., si el centro instintivo opera correctamente, antes de impactar en nosotros, el movimiento del brazo, naturalmente accionado por este centro y no por el intelecto, podría desviar la trayectoria del proyectil, evitándonos así un grave daño. Por tanto, es de gran importancia tener, equilibrio y armonía en este centro.
Centro Sexual
El centro sexual tiene su centro de gravedad en los órganos sexuales.
Todos los centros están conectados entre sí y dependen para su trabajo del potencial energético del centro sexual. No cabe duda de que el sexo es el centro de gravedad de todas las actividades humanas. Se podría decir que el sexo es la bodega energética del cuerpo físico.
En este centro, extraordinariamente sutil y veloz, merced a su fina energía, la mayor parte de sus manifestaciones tiene lugar a nivel molecular, donde los impulsos son trasmitidos miles de veces más rápido que los de la mente.
Según su utilización, el sexo puede liberar o esclavizar al ser humano, porque nadie puede llegar a ser íntegro, ni realizarse a fondo sin la ayuda de la fuerza sexual.
La energía sexual, en sí misma, es la fuerza del Alma. El surgimiento de Hombre (el que ha desarrollado su Esencia o Conciencia y ha fabricado el Alma), no es posible sin la unión o fusión de los polos que nos trajeron a la existencia, esto es, el polo masculino y el polo femenino, cuestión esta que es profundamente analizada por la Ciencia Gnóstica.
El trabajo equivocado del centro sexual es provocado por los “elementos indeseables” de la lujuria, […] y, en general, por todo tipo de psicopatía sexual.
Abusar del sexo, conlleva la ruina de todos los valores físicos y espirituales. El centro sexual es el asiento de nuestra vital energía física. Los cinco cilindros de la máquina humana son fundamentales para la vida, pero fuera de toda duda, el centro sexual, es el más importante y el más rápido, pues en él se encuentran las raíces mismas de nuestra existencia.
Cada centro de la máquina debe funcionar con su propia energía, pero desgraciadamente los otros centros roban energía del sexo. Cuando los cilindros Intelectual, Emocional, Movimiento e Instinto, roban la energía sexual, existe entonces abuso sexual y, por tanto, agotamiento de esta energía vital. Es fácil descubrir el abuso sexual en las gentes. Cuando hay abuso sexual, Intelecto, Emoción, Movimiento e Instinto, tienen un cierto “sabor” especial, cierto matiz inconfundible, cierto apasionamiento y vehemencia que no deja lugar a ninguna duda.
Conclusiones
Si queremos saber algo acerca de nosotros mismos, debemos comenzar por estudiar la propia máquina orgánica: su estructura, su funcionamiento, las actividades que corresponde a cada centro, y sobre todo, su trabajo equivocado, para lo cual le observación de sí es obviamente necesaria. Comprendiendo las íntimas actividades de cada centro descubrimos todo el proceso del Yo. Este es el único camino para conocerlo.
2 Comentarios
Maravilloso tu artículo! Me ha dejado mucho mas claro cada uno de los centros. Te agradezco!
Gracias a ti Liliana!! Todo procede de la obra del Maestro Samael. Lo más que hemos hecho es recopilar la información, pero gracias, de nuevo.