El valor de los mitos
CAMPBELL: Mi primera respuesta sería: “Váyase, viva su vida, usted tiene una buena vida y no necesita la mitología”. No creo que se pueda estar interesado en un asunto sólo porque alguien nos diga que es importante, yo pienso que de alguna manera tiene que engancharnos. Con una introducción adecuada, a usted le puede pasar que la mitología le enganche y entonces, si ella de verdad le captura, ¿qué puede hacer por usted?
Uno de nuestros problemas hoy en día es que no estamos suficientemente familiarizados con la literatura del espíritu. Estamos interesados en las noticias del día y los problemas del momento. Antiguamente, las aulas universitarias eran áreas herméticamente cerradas, donde las noticias diarias no afectaban la atención dirigida a la vida interior de cada uno y a la magnífica herencia humana que tenemos. En nuestra gran tradición -Platón, Confucio, Buda, Goethe y otros- nos hablan de los valores eternos que tienen que ver con el centro de nuestras vidas. Cuando uno envejece y satisface todas las necesidades diarias, entonces se vuelve a la vida interior; pero si para entonces no sabe dónde está o qué es la vida interior, se sentirá perdido.
Las literaturas griega y latina, y también la bíblica, formaban parte de la educación de toda la gente. Eso dejó de ser así, y toda la tradición de la información mitológica de Occidente se perdió, pero hubo tiempos en que esos cuentos estaban en la mente del pueblo. Cuando un cuento está en la imaginación de la gente, ésta puede ver su significado y utilizarlo para algo que le pase en la vida, porque le va a dar perspectiva para entenderlo. Perdiéndolo, perdemos de verdad, ya que no hay literatura comparable que pueda tomar su lugar. Estos trocitos de informaciones de los tiempos antiguos, que se dedicaban a los temas que siempre sostenían la vida humana, construían civilizaciones y enseñaban religiones a través de los milenios. En realidad tienen que ver con los profundos problemas interiores, con los umbrales de paso internos y, si usted no sabe qué significan las señales a lo largo del camino, usted mismo va a tener que trabajar para encontrarlas. Pero una vez que este asunto le “captura”, aparece tal sentido en la información de una u otra de estas tradiciones, de un tipo tan profundo, rico y vivificador, que usted ya no quiere prescindir de eso.
MOYERS: Leyendo sus libros -The Mask of God o The Hero with a Thousand Faces (Las máscaras de Dios o El héroe de las mil caras), por ejemplo–, empiezo a comprender que los seres humanos tienen algo en común que se revela en los mitos. Los mitos son los cuentos de nuestra búsqueda de la verdad, de su sentido y significado a través de los tiempos. Todos necesitamos contar nuestra historia, entenderla. Necesitamos comprender la muerte y enfrentarla, y todos necesitamos también ayuda en nuestro paso del nacimiento a la vida y después a la muerte. Necesitamos que la vida tenga significado, que toque la eternidad, que comprenda los misterios, que descubra quiénes somos…
CAMPBELL: Dicen que lo que todos buscamos es el sentido de la vida. No pienso que eso sea lo que buscamos. Creo que lo que buscamos es la experiencia de estar vivos, de modo que nuestras experiencias en el plano puramente físico tengan resonancia en el interior de nuestro ser y nuestra realidad más íntimos, de modo que realmente sintamos la alegría de estar vivos. Y eso es lo que estas claves nos ayudan a encontrar dentro de nosotros mismos.
MOYERS: ¿Los mitos son las claves?
CAMPBELL: Los mitos son las claves que nos llevan hasta las potencialidades espirituales de la vida humana.
MOYERS: ¿Lo que somos capaces de conocer y experimentar dentro de nosotros mismos?
CAMPBELL: Sí.
MOYERS: Usted cambió en la definición del mito, la “búsqueda” de sentido por la “experiencia” de sentido.
CAMPBELL: Yo diría experiencia de vida. Del sentido se ocupa la mente. ¿Cuál es el sentido de una flor? Hay una historia zen sobre un sermón del Buda en el que él simplemente levantó una flor, y hubo sólo un hombre que le mostró con los ojos que había comprendido lo que él decía. El propio Buda es llamado “aquel que así llegó”. Eso no tiene ningún sentido. ¿Cuál es el sentido del universo? ¿Cuál es el sentido de una mosca? Ella sólo está aquí, es eso. Su propio sentido también es que esté aquí. Estamos tan empeñados en hacer cosas para realizar objetivos de valor hacia fuera, que olvidamos el valor interior, el éxtasis de estar vivo, esto es de lo que realmente se trata.
MOYERS: ¿Cómo llegar a esa experiencia?
CAMPBELL: Lea los mitos. Ellos le enseñan que puede volverse hacia su interior, y Ud. comienza a recibir el mensaje de los símbolos. Lea los mitos de otros pueblos, no sólo los que pertenecen a su propia religión, ya que uno tiende a interpretar su propia religión como la realidad, pero leyendo otros mitos, empieza a recibir otros mensajes. El mito ayuda a poner su mente en contacto con esa experiencia de estar vivo. El le dice qué es la experiencia…
Lo que tenemos hoy es un mundo desmitologizado y por eso los estudiantes que encuentro están muy interesados en la mitología, porque los mitos les traen un mensaje. Yo no puedo decirle cuáles son los mensajes que el estudio de la mitología trae a los jóvenes de hoy. Sé lo que ella hacía y significaba para mí y sé que algo les está haciendo también a ellos. Cuando voy a dar una conferencia en alguna facultad, encuentro una sala abarrotada de estudiantes que vienen a oír lo que yo quiero comunicarles. La facultad frecuentemente me da una sala pequeña, más pequeña de lo que debería ser, porque ellos no saben cuánta excitación provoca este tema entre los estudiantes.
MOYERS: Intente acertar: ¿cuál es su opinión sobre lo que puede influir en los estudiantes los cuentos que trae usted para ellos?
CAMPBELL: Los mitos son realmente los cuentos de la sabiduría de la vida. En nuestras escuelas no aprendemos sobre la sabiduría de la vida. Aprendemos tecnologías, recibimos informaciones. Hay una extraña reluctancia de las facultades para indicar los valores de vida de las asignaturas que enseñan. En nuestras ciencias -incluso en la antropología, lingüística, el estudio de religiones etc.- hay una gran tendencia a la especialización. Usted comprende esa tendencia sabiendo cuánto tiene que saber un científico especializado para ser un especialista competente. Para estudiar el budismo, por ejemplo, tiene que conocer no sólo todas las lenguas europeas en las que existen debates sobre el orientalismo, especialmente el francés, el alemán, el inglés y el italiano, sino también el sánscrito, el chino, el japonés, el tibetano y algunos idiomas más. Es una tarea enorme. Ese especialista no puede dedicarse también a la diferencia entre los iroqueses y los algonquinos. La especialización tiende a limitar el campo de los problemas de los que el especialista se ocupa. Ahora, la persona que no es un especialista sino un generalista, como yo, ve aquí algo que aprende de un especialista y allí algo que aprende de otro especialista; pero ninguno de los dos se dedicó al asunto preguntándose por qué eso ocurre aquí y también allí. Así el generalista –que es, dicho sea de paso, un término despectivo para los académicos– entra en el campo de otros problemas que son, podemos decir, más genuinamente humanos que los específicamente culturales.
MOYERS: Usted ha visto lo que pasa cuando las sociedades primitivas están perturbadas por la civilización del hombre blanco: se parten en pedazos, se desintegran, se enferman. ¿No es lo mismo que nos pasó a nosotros cuando nuestros mitos comenzaron a desaparecer?
CAMPBELL: Es exactamente eso.
MOYERS: ¿No es por este motivo por lo que hoy en día las religiones conservadoras apelan a las religiones de viejos tiempos?
CAMPBELL: Sí, y están cometiendo un error terrible. Están volviendo a algo rudimentario, que es sólo una huella, que no sirve a la vida.
MOYERS: Pero nos servía, ¿no es verdad?
CAMPBELL: Por supuesto que sí.
MOYERS: Yo entiendo el anhelo. En mi juventud, tenía las estrellas fijas. Me hacía bien el hecho de que estaban siempre allí. Me dieron un horizonte conocido. Me decían que allí arriba había un Padre que amaba, que era bondadoso y justo cuando me miraba, listo para recibirme, pensando todo el tiempo en mis asuntos. Ahora, Saul Bellow dice que la ciencia limpió la casa de las creencias. Pero esas cosas eran valiosas para mí. Hoy soy lo que soy debido a estas creencias que me sustentaron. Me pregunto qué pasa con los niños que no tienen esas estrellas fijas, ese horizonte conocido, esos mitos.
CAMPBELL: Pues bien, todo lo que tiene que hacer es leer los periódicos. Es un lío. En este nivel indirecto de la vida y estructura, los mitos ofrecen modelos de vida. Pero los modelos tienen que ser apropiados para el tiempo en el que uno vive, y nuestros tiempos han cambiado tan rápido que lo que era conveniente hace cincuenta años ya no lo es hoy. Las virtudes del pasado son los vicios de hoy. Y muchas cosas que se consideraban vicios en el pasado son hoy necesidades. El orden moral tiene que armonizarse con las necesidades morales de la vida moral en el tiempo, aquí y ahora. Y eso es algo que nosotros no hacemos. La religión de los antiguos tiempos pertenece a otra era, a otra gente, a otro sistema de valores humanos, a otro universo. Volviendo atrás, usted sale de la sincronía con la historia. Nuestros hijos han perdido la fe en las religiones que les enseñan y buscan dentro de sí mismos.
MOYERS: A menudo con la ayuda de drogas.
CAMPBELL: Sí. Aquí se trata de la experiencia mística mecánicamente inducida. Asistí a muchos congresos de psicología que trataban esa gran problemática de la diferencia entre la experiencia mística y el colapso psicológico. La diferencia es que con éste se pierde la salud, se hunde en el agua en la que el místico nada. Usted tiene que estar preparado para esta experiencia. Si se somete a una transformación espiritual sin estar preparado para ella, Ud. no sabe cómo evaluar lo que le ha pasado y tiene una terrible experiencia de un viaje feo, como lo llamaban en el caso del LSD. Si usted sabe a dónde va, el viaje no será feo.
MOYERS: Entonces esta es la razón por la que se trata de una crisis psicológica, que se hunde en el agua donde…
CAMPBELL: … donde debería ser capaz de nadar, pero Ud. no está preparado para esto. De cualquier manera, esto se aplica a la vida espiritual. Pasar por una transformación de la propia conciencia es una experiencia realmente terrible.
MOYERS: Usted habla mucho de la conciencia. ¿Qué entiende por esto?
CAMPBELL: Una parte del sistema cartesiano es pensar en la conciencia como algo inherente a la cabeza, que la cabeza es un órgano que genera la conciencia. Pero no es así. La cabeza es un órgano que orienta la conciencia en una cierta dirección o en función de unos determinados objetivos. Pero la conciencia también está en el cuerpo. Todo el mundo vivo está penetrado por la conciencia. Tengo la sensación de que la conciencia y la energía son de alguna manera la misma cosa. Donde realmente va la energía de vida, allí también está la conciencia. El intento de interpretarlo a través de los términos simplemente mecánicos no funcionará.
MOYERS: ¿Cómo transformamos nuestra conciencia?
CAMPBELL: Depende de lo que Ud. esté dispuesto a pensar. Justo para esto sirve la meditación. Toda la vida es una meditación, generalmente involuntaria. Muchas personas pasan la mayoría de su tiempo meditando dónde encontrar dinero y qué hacer con él. Si usted tiene una familia para mantener, su preocupación es la familia. Todas esas preocupaciones son muy importantes, pero en la mayoría de los casos se refieren a las condiciones materiales. Pero, ¿cómo puede transmitir una conciencia espiritual a los niños si usted mismo no la tiene? Los mitos sirven justo para llevarnos al nivel de la conciencia, que es espiritual.
MOYERS: ¿Usted ve algunas nuevas metáforas que emerjan en el medio moderno para las antiguas verdades universales?
CAMPBELL: Veo las posibilidades de nuevas metáforas, pero no veo que ya se hayan vuelto mitológicas.
MOYERS: Nosotros, la gente moderna, quitamos del mundo sus revelaciones naturales, su propia naturaleza. Se me ocurre aquella leyenda pigmea del niño que encuentra en el bosque un pájaro de bello canto y lo lleva a casa.
CAMPBELL: Le pide a su padre que le traiga comida para el pájaro, pero el padre no quiere dar de comer a un simple pájaro y lo mata. La leyenda dice que el hombre mató el pájaro, pero con el pájaro mató la música, y matando la música se mató a sí mismo. Cayó muerto, completamente muerto y se quedó muerto para siempre.
MOYERS: ¿No trata el cuento sobre lo que pasa cuando los seres humanos destruyen su medio ambiente, cuando destruyen su mundo? ¿Destruyen también la naturaleza y las revelaciones de la naturaleza?
CAMPBELL: Destruyen también su propia naturaleza, matan la música.
MOYERS: ¿Y la mitología no es el cuento de la música?
CAMPBELL: La mitología es la música. Es la música de la imaginación, inspirada por las energías del cuerpo. Una vez un maestro zen se puso de pie delante de sus discípulos para hablarles y, justo cuando estaba a punto de empezar el sermón, con la boca ya abierta, un pájaro cantó. Entonces él dijo: “El sermón ha sido dado”.
MOYERS: Quería decir que estamos creando nuevos mitos, pero Ud. dice que no es así, que todos los mitos que contamos hoy tienen un punto de origen en nuestra experiencia pasada.
CAMPBELL: Los motivos básicos de los mitos son iguales, siempre han sido los mismos. La clave para encontrar su propia mitología es saber con qué sociedad se identifica Ud. Cada mitología creció en una sociedad, en un campo delimitado. Entonces entran en colisión y en relación, se amalgaman y de esta manera surge una mitología más compleja. Pero hoy en día no hay fronteras. La única mitología válida hoy es la del planeta, y nosotros no tenemos aún esta mitología.
MOYERS: ¿Qué tipo de nuevo mito necesitamos?
CAMPBELL: Necesitamos mitos que identifiquen al individuo con el planeta, y no con su grupo local. Es necesario oír la voz de la razón.
MOYERS: La voz de razón, ¿es éste el camino filosófico sugerido por los símbolos mitológicos?
CAMPBELL: Exactamente. Aquí tiene una transición importante que ocurrió alrededor del año 500 a.C. Era el tiempo de Buda, de Pitágoras, de Confucio y de Lao-Tzu, si Lao-Tzu existía. Es el despertar de la razón humana. El hombre no será más modelado ni gobernado por poderes animales. No será más guiado por la analogía con la tierra plantada, por el curso de los planetas, sino por la razón, el camino propio del hombre. Y, claro, lo que destruye la razón es la pasión. Es lo que nos empuja hacia abajo.
MOYERS: Tenemos una mitología para los poderes animales. Existe una mitología para la tierra plantada –fertilidad, creación, la diosa madre- y existe una mitología para las luces celestiales, para los cielos. Pero en los tiempos modernos nos movemos más allá de los poderes animales, más allá de la naturaleza y la tierra plantada, y las estrellas ya no nos interesan, excepto como curiosidades exóticas y como terreno para los viajes espaciales. ¿Dónde estamos nosotros ahora en nuestra mitología para la gente?
CAMPBELL: Durante mucho, mucho tiempo no podremos tener una mitología. Las cosas están cambiando demasiado rápido para llegar a ser mitologizadas.
MOYERS: Entonces, ¿cómo podemos vivir sin mitos?
CAMPBELL: El individuo tiene que encontrar un aspecto del mito que se relacione con su propia vida. El mito básicamente tiene cuatro funciones. La primera es la función mística de la que le he hablado antes: cuando nos damos cuenta de la maravilla que es el universo, de la maravilla que es el ser humano, cuando se siente la unión y a la vez el temor ante ese misterio. El mito abre el mundo hacia la dimensión del misterio, hacia la conciencia del misterio que subyace bajo todas las formas. Si esto se le escapa, Ud. no tiene una mitología. Si el misterio se manifiesta a través de todas las cosas, el universo se convierte, por así decirlo, en una pintura sagrada. Usted siempre se dirige al misterio transcendente a través de las condiciones de su mundo actual.
La segunda es la dimensión cosmológica, la dimensión de la que se ocupa la ciencia mostrándole cuál es la forma del universo, pero mostrándoselo de tal manera que el misterio otra vez sale a la superficie. Hoy día tendemos a pensar que los científicos tienen todas las respuestas. Pero los grandes entre ellos dicen: “No, no tenemos todas las respuestas. Sólo le decimos cómo algo funciona”, pero, ¿qué es esto? Encendemos un fósforo, ¿qué es el fuego? Puede hablarme de oxidación, pero eso no me dirá nada.
La tercera función es la sociológica: el apoyo y validación de cierto orden social. Aquí los mitos varían tremendamente de un lugar a otro. Usted puede tener toda una mitología de la poligamia y toda una mitología de la monogamia. Ambas son buenas. Depende de dónde esté usted. Es justo la función sociológica del mito lo que asumió la dirección de nuestro mundo, y ahora está desactualizada.
MOYERS: ¿Qué entiende por eso?
CAMPBELL: Las leyes éticas. Las leyes de la vida como deberían ser en una sociedad ideal. Todas las páginas y páginas de Jehová sobre qué ropa llevar, cómo comportarse uno hacia otro etc. en el primer milenio antes de Cristo. No obstante, existe una cuarta función del mito, aquella, diría yo, con la que todas las personas de hoy deberían intentar relacionarse, y es la función pedagógica, cómo vivir una vida humana bajo cualquier circunstancia. Los mitos pueden enseñarle esto.
MOYERS: ¿Así que la antigua historia, conocida desde hace tanto tiempo y transmitida a través de las generaciones, no funciona, y todavía no hemos aprendido una nueva?
CAMPBELL: La historia que tenemos en Occidente, en la medida en que se basa en la Biblia, se basa en una visión del universo que pertenece al primer milenio antes de Cristo. No está de acuerdo ni con nuestro concepto del universo, ni con nuestro concepto de la dignidad humana. Pertenece completamente a otro lugar.
Hoy tenemos que aprender a volver atrás, pero para conseguir el antiguo acuerdo con la sabiduría de la naturaleza, para volver a darnos cuenta de nuestra fraternidad con los animales, el agua y el mar. Decir que la divinidad modela el mundo y todas las cosas se condena como panteísmo. Sin embargo, el panteísmo es una palabra engañosa. Ella sugiere que un dios personal debería habitar el mundo, pero la idea no es así en absoluto. La idea es transteológica. Es de un misterio indefinible, inconcebible, planteado como un poder que es la fuente, el fin y el fundamento de toda la vida y de todo el ser.
MOYERS: Los científicos han empezado a hablar abiertamente sobre el principio de Gaia.
CAMPBELL: Pues aquí estamos, todo el planeta es un gran organismo vivo.
MOYERS: Madre Tierra. ¿Aparecerán los nuevos mitos de esta imagen?
CAMPBELL: Pues, alguna cosa, sí. No se puede prever qué mito va a aparecer, igual que Ud. no puede prever qué va a soñar esta noche. Los mitos y los sueños provienen del mismo lugar. Vienen de un tipo de conciencia que tiene que encontrar su expresión en una forma simbólica. Y el único mito en el que valdrá la pena pensar en el futuro inmediato es el que habla del planeta, no de la ciudad ni de esta gente, sino del planeta y de cada una de las personas que están en él. Esta es mi idea principal sobre el mito que aparecerá.
Y lo que exactamente tratará este mito será de lo que tratan todos los mitos: de la maduración del individuo desde la dependencia a la edad adulta, después a la madurez y después a la salida; y también qué relación vamos a tener con esta sociedad y cómo relacionar esta sociedad con la naturaleza y el cosmos. Es eso de lo que han hablado todos los mitos y de lo que también hablará éste. Pero la sociedad de la que hablará es de una sociedad planetaria. Hasta que eso no comience, no habrá nada.
MOYERS: ¿Qué deben nuestras almas a los mitos antiguos?
CAMPBELL: Los mitos antiguos fueron creados para armonizar la mente y el cuerpo. La mente puede divagar por caminos extraños, queriendo cosas que el cuerpo no quiere. Los mitos y ritos eran maneras de poner la mente en armonía con el cuerpo, y el modo de vivir con los modelos establecidos por la naturaleza.
MOYERS: Entonces, ¿estos viejos cuentos viven en nosotros?
CAMPBELL: Sin duda. Las etapas del desarrollo humano son hoy día las mismas que eran en los tiempos antiguos. De niño le educan en un mundo de disciplina, de obediencia y Ud. depende de otros. Todo eso tiene que ser superado cuando se entra en la madurez para que Ud. pueda vivir no en dependencia, sino con una autoridad autorresponsable. Si Ud. no es capaz de pasar esa barrera, puede volverse neurótico. Después de haber conquistado, producido su propio mundo, llega la crisis de la separación.
MOYERS: ¿Y finalmente la muerte?
CAMPBELL: Y finalmente la muerte. Es la separación final. Así que el mito necesita servir a los dos objetivos, a la introducción de la persona joven en la vida de su mundo – esta es la función de la idea del folclore- y después en la separación. La idea folclórica quita la cáscara de la idea elemental que le guía hasta su propia vida interior.
MOYERS: ¿Somos capaces de enterarnos de la verdad? ¿De encontrarla?
CAMPBELL: Cada persona puede tener su propia profundidad, su propia experiencia y alguna convicción de estar en contacto con su propio ser a través de la conciencia y la dicha. La gente religiosa dice que no experimentaremos realmente la dicha antes de morir e irnos al cielo. Pero yo creo en alcanzar el máximo posible de esta experiencia durante la vida.
MOYERS: ¿Tiene Ud. alguna vez, cuando sigue su dicha, la sensación de estar ayudado por una mano invisible?
CAMPBELL: Todo el tiempo, es milagroso. También tengo una superstición que creció en mi interior y se hizo parte de mí como resultado de esa mano invisible que está presente todo el tiempo, y es que, si Ud. sigue su dicha, se coloca en un tipo de vía que estaba allí todo el tiempo, esperándole, y la vida que debería vivir es la que Ud. está viviendo. Cuando consiga verlo, Ud. empezará a encontrar personas que están en el campo de su dicha y ellas abren las puertas para usted. Yo digo, “siga su dicha y no tenga miedo”, y las puertas se abrirán donde ni sabía que había puertas.
MOYERS: ¿Por qué hay tantos cuentos sobre héroes en la mitología?
CAMPBELL: Porque eso es algo sobre lo que vale la pena escribir. Aun en las novelas populares, el protagonista es un héroe o una heroína que descubre o realiza una cosa más allá del nivel normal de realizaciones o de experiencia. El héroe es alguien que dio su propia vida por algo mayor que él mismo.
MOYERS: ¿Cuál es el significado de las tentaciones, de las pruebas, de las experiencias penosas del héroe?
CAMPBELL: Si usted desea ponerlo en términos de intenciones, las experiencias penosas sirven para que se vea si el pretendiente a héroe puede realmente llegar a serlo. ¿Está a la altura de la tarea? ¿Es capaz de superar los peligros? ¿Tiene el coraje, el conocimiento, la capacidad que le habiliten para servir?… Si Ud. se da cuenta del verdadero problema -la pérdida de sí mismo, entregarse a algún objetivo más alto o a otro- usted percibe que justo eso es la prueba final. Cuando dejamos de pensar prioritariamente en nosotros mismos y en nuestra autopreservación, pasamos por una transformación de conciencia verdaderamente heroica. Y todos los mitos tienen que ocuparse de la transformación de la conciencia, de cualquier tipo que sean. Usted, que pensaba de una cierta manera, ahora tiene que pensar de una manera diferente.
MOYERS: ¿Cómo se transforma la conciencia?
CAMPBELL: Por las propias tentaciones, o bien por las revelaciones iluminadas. Todo gira en torno de tentaciones y revelaciones.
MOYERS: ¿Tiene el heroísmo un objetivo moral?
CAMPBELL: El objetivo moral consiste en salvar a un pueblo, a una persona, o bien en apoyar una idea. El héroe se sacrifica por algo, ahí está la moralidad del asunto. Está claro que mirando desde otro punto de vista Ud. podría decir que la idea por la que él se sacrificó no merecía tal gesto. Es una opinión basada en otra posición, pero ella no anula el heroísmo intrínseco de la proeza.
MOYERS: ¿Por qué Ud. tituló su libro “El héroe de las mil caras”?
CAMPBELL: Porque existe una cierta serie de acciones heroicas que se pueden detectar en los cuentos provenientes de todas las partes del mundo y de distintos períodos de la historia. En esencia, podríamos decir que existe sólo un héroe mítico, arquetípico, cuya vida se multiplica en réplicas, en muchos países, por mucha, mucha gente. Un héroe legendario es normalmente el fundador de algo, el fundador de una nueva era, el fundador de una nueva religión, el fundador de una nueva ciudad, el fundador de una nueva manera de vivir. Para fundar algo nuevo, él debe abandonar lo viejo y partir en búsqueda de la idea simiente, la idea germinal que tenga la potencialidad de hacer aflorar lo nuevo.
Anexo: En sus escritos encontramos lo siguiente: “… Es importante vivir la vida con experiencias, con la conciencia de su misterio y de nuestro propio misterio. Eso es lo que le da a la vida un nuevo brillo, una nueva armonía, una nueva grandeza. Aprenda Ud. a conocer los valores positivos en los momentos y aspectos negativos de su vida. La gran cuestión es si Ud. es capaz de decirle un cordial “sí” a su aventura, a la aventura del héroe, la aventura de estar vivo.”
1 comentario
Me ha impresionado su lectura, creo que es muy clarificadora. Da muchas pistas para avanzara, pero me quedo con un fragmento que dice que pasemos a la vía de la dicha de la propia vida, se abrirán puertas insospechables que antes no veíamos, y también con personas en ese mismo camino.